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Los presos ya no están. Bueno, al menos los criminales más peligrosos. El antiguo recinto carcelario “García Moreno”, nombrado en honor al expresidente del Ecuador que lo fundó, es un lugar sin ruido y tenebroso. Rodeado de barrios en pleno centro de Quito, la cárcel luce un pasado que muchos querrán olvidar. Son 146 años desde que la prisión abrió sus puertas a antisociales de todo el país. Hace poco, el Gobierno decidió que se transferirá a los reclusos a nuevas instalaciones. Te invitamos a conocer aquí su historia.

Texto: Ricardo Meneses

País: Ecuador

n el centro de la capital del Ecuador se encuentra un edificio amenazante, de esos que los ves y prefieres bajar la mirada. Para ser sincero, nunca había visitado el famoso panóptico de Quito. Es que los quiteños crecemos con una idea fija y fantasmal sobre la delincuencia: “Si no sigues las reglas terminarás en el penal”. Una instalación horrible, una sucursal del infierno en la Tierra.

Quito es una ciudad en medio de Los Andes. Su arquitectura colonial predomina en el centro de la urbe. Ahí, en medio de edificios y casas; entre los ruidos de vehículos y personas, y muy pegado a las laderas de la montaña San Juan, está ubicado el barrio San Roque. Hay tres características que destacan de esta zona: el mercado (uno de los más grandes de la ciudad), la delincuencia y el penal “García Moreno”.

“Era buena la vida. Había bastante negocio, bastantes visitas a los reos”, señala Érica Tandazo, comerciante que lleva 10 años trabajando afuera del panóptico. Para ella, lo que más importa es que el negocio funcione. Su local es informal. Está ubicado sobre la vereda y vende frutas, dulces y bebidas embotelladas. Tiene la ayuda de sus hijos para atender a los pocos clientes.

La versión de Érica, es igual a la de la mayoría de los vendedores de la zona: con la ida del penal, el negocio bajó y la inseguridad aumentó. “Se volvió más peligroso porque hay menos policías. Ahora hay solo unos 10 agentes que no salen de donde están”, asegura. La preocupación crece porque un ala del viejo edificio está todavía habilitada para recluir a personas privadas de libertad provisoriamente. Es decir, a aquellos que no tienen sentencia.

Un sitio de terror

El mercado de San Roque está a tan solo una cuadra de distancia. La imagen del centro de abastos, es lúgubre. Los camiones y camionetas no tienen un orden para parquear y hacen, como dicen los habitantes de la zona, “lo que quieren”. Es caótico el tránsito, a pesar, de que un establecimiento de vigilancia policial funciona justo al costado del mercado.

El presente de este barrio, nada tiene que ver con la historia libertadora del pasado. Según la tradición, allá por el siglo XVIII surgieron las primeras revueltas quiteñas en el “barrio bravo” de San Roque.

Sentía temor al caminar por aquellas calles. A medida que me acercaba al edificio semiabandonado, el flujo de personas disminuía y más desprotegido parecía estar. Una torre blanca es lo primero que divisé. Justo detrás, está el letrero que te da una fría bienvenida: “Penal García Moreno”.

Es un edificio colonial, de piedras negras y cafés. En la parte superior luce paredes blancas. Cuando se alza la mirada, se puede observar una mezcla de escasa vegetación y casas regadas en la montaña. Para completar la imagen del sombrío sitio, el barrio que está más arriba en la montaña se llama “El Placer”, donde hasta hace pocas décadas, funcionaban prostíbulos y casas de citas.

Gracias a la ayuda de un oficial de policía, conseguí ingresar. La entrada me hizo recuerdo a las tantas iglesias coloniales que tiene Quito… hasta que cruzo la primera puerta. En un rincón se puede ver la máquina apagada de rayos X, fabricada para detectar armas y elementos prohibidos. Por un pasillo angosto y bajo nos encontramos con uno de los últimos guías penitenciarios que trabajó en el penal y que, por fortuna, accedió a abrir algunas de las puertas que conducen a los pabellones.

¡Sáquenme, sáquenme!

Mi primera inquietud era saber cuán difícil era trabajar con presos. Marco Jaya, guía de la prisión, me respondió todo como si hablara de su segundo hogar. “Las amenazas, el contacto que tenía diariamente con los presos era peligroso. A veces hay miles, y con todos no se puede tener afinidad”, explica mientras atravesamos varias celdas que huelen a húmedo.

Imágenes de Jesús y la Virgen se pueden ver en los corredores centrales. Eso me hizo pensar en la dualidad del bien y el mal. ¿Se puede sacar algo bueno de lugares como este? “Lo bueno es conocer las experiencias que ellos han tenido. Por ejemplo, algunos por falta de amor o por falta de control en la casa se han dedicado a delinquir. Y uno saca esa parte positiva de que nunca se debe dejar abandonados a los hijos,” confiesa Jaya.

El edificio, inaugurado en 1879, mantiene la estructura original: pasillos angostos, celdas oscuras y puertas metálicas que se cerraban con candados comunes. Jaya nos muestra una ‘joyita’ del panóptico: las “lagarteras” o calabozos. En el tercer piso de una de las torres, se encuentra un pasillo en completa oscuridad, donde hay seis celdas sin ventanas. Aquí, eran enviados los reclusos con mal comportamiento. “Cuando ya estaban hartos, gritaban: ‘Ya sáquenme, estoy manso…”’, explica el guía.

¡Cuidado! Bomba cerca

La cárcel tiene tantas historias que contar, pero quizá la más importante sea la del expresidente Eloy Alfaro. A quien, ciudadanos opositores sacaron del penal para arrastrarlo y quemarlo. Además, las celdas de la cárcel recibieron a narcotraficantes, políticos, asesinos, violadores…

Luego del recorrido por una parte del penal, visité las calles aledañas. Balbina Hache, quien además trabajó como guía penitenciaria en diferentes cárceles del Ecuador, me aseguró nunca haber sentido miedo a pesar de vivir casi toda su vida en San Roque. “Las cárceles son como bombas de tiempo. El rato menos pensado, tiene que usted reaccionar y estar preparado.”

Hache atiende a sus vecinos y a las visitas de los presos en su tienda. Ella me repite el tema de la inseguridad en el barrio. La idea que yo tenía sobre la posible regeneración del barrio cuando se haya ido el penal queda en el aire. Es que el penal se inauguró con 60 presos y cinco guardias.

Según cifras del gobierno ecuatoriano, en la cárcel llegaron a convivir al final de su actividad un total de 3255 personas, pero su capacidad era solo de 1476. El nivel de hacinamiento era extremo. Medios locales publicaron información de que en celdas destinadas para 4 personas entraban 12 en condiciones inhumanas.

El futuro del lugar aún no se decide. El Municipio de Quito informó en primera instancia que se construirá un hotel pero las autoridades no han vuelto a pronunciarse. Los moradores tienen versiones similares del futuro de esta monumental edificación. “Yo esperaría que nos den trabajo, fuentes de trabajo. Que no se olviden de nosotros”, expresa Érica Tandazo.

Para Balbina Hache, este lugar debería ser parte de instituciones educativas pero acepta que el traslado del penal es un buen paso. “Las cárceles deben estar en los rincones, como en otros países para que no se enteren de que hay delincuencia en el país.”, concluye.

Algunos datos…

  • Gabriel García Moreno, presidente del Ecuador entre 1861-1865 y 1869-1975, mandó a construir la cárcel. Quedó en la historia como uno de los dictadores
    más crueles y autócratas del país.
  • El expenal fue construido en base a la idea de un panóptico, que es un sistema
    de vigilancia donde el poder se ejerce desde el centro, para corregir las malas conductas.
  • El penal García Moreno fue cerrado, entre otras razones, porque llevaba
    demasiado tiempo sin recibir adecuaciones y mantenimiento que permitieran a los presos vivir en condiciones básicas. Además, contaba con sobrepoblación de detenidos.
  • Como parte de un plan de rehabilitación impuesto por el Gobierno de
    Rafael Correa se construyó un Centro de Reclusión en Latacunga, provincia de Cotopaxi, a una hora de Quito.








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Versión Principiantes – A2


Penal de Quito: adiós a las rejas .

El recinto penitenciario “García Moreno”, ubicado en Quito, funcionó durante 146 años hasta que el Presidente de Ecuador Rafael Correa, decidió cerrarlo debido a las inhumanas condiciones de vida que tenían los presos.

Doce personas ocupaban una celda diseñada para cuatro y el lugar albergaba a más del doble de la población para la que fue diseñado. La prisión cuenta entre sus historias la del expresidente Eloy Alfaro, quien fue arrastrado fuera del recinto y quemado por opositores a su gobierno.

Hoy en día, los pasillos lúgubres, llenos de celdas húmedas e instalaciones en ruinas, cobijan a algunos reos poco peligrosos, en espera de una sentencia. Sin embargo, la clausura de la prisión afectó a los moradores del bario San Roque. La gente se siente insegura por la falta de policías, sin mencionar que las ventas de los locales aledaños a las instalaciones de la cárcel reportan una baja en sus ventas.

Los vecinos del barrio San Roque esperan aún noticias sobre el futuro de la edificación y tienen la esperanza de que la prisión se convierta en un hotel o en una escuela para los niños del barrio.

Comprensión

A continuación verás las preguntas de comprensión del texto. Lee y escucha el texto para responder a las preguntas. (Te recomendamos leer primero y escuchar después)

Penal de Quito: adiós a las rejas

Quiz

 

Gramática y Usos

A continuación encontrarás dos documentos PDF con la explicación del Uso y Gramática.

A2 ‘ Preposiciones compuestas de lugar .

C2 ‘Dichos con partes del cuerpo . .

Vocabulario

Cárcel de Quito

Vocabulario Resumen .

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