En la X Región de Los Lagos, en la zona sur de Chile, se encuentra el hermoso valle de Cochamó, un lugar verdaderamente único . Está poblado por alerces milenarios, montañas, cóndores y pumas, pero a la vez, cuenta con muy poca civilización. Realmente es un sitio especial para visitar, ya sea haciendo trekking, cabalgata o también para efectuar una intensa escalada en piedra. Eso fue lo que hizo nuestro amigo Thomas, quien se adentró en este fantástico valle, al cual califica como “bastante atípico”, y aquí nos cuenta su experiencia subiendo laderas de granito.

a primera vez que escuché la palabra “Cochamó” (que en lengua huilliche significa “apaciguarse el viento”), estaba de paso por Puerto Natales, una pequeña ciudad localizada en el extremo sur de la Patagonia chilena.

Con Clemente, un amigo francés, teníamos la idea de partir recorriendo la Patagonia, de ahí dirigirnos hacia el norte, siguiendo la Carretera Austral, hasta llegar a Chaitén, ubicada en el límite de esta región.

Sin embargo, en Puerto Natales conocimos a un guía turístico chileno, que estaba viajando con su polola, quien nos aconsejó hacer un recorrido por el hermoso valle de Cochamó. En este lugar, se pueden ver varios ríos que cruzan la zona, especialmente el Río Puelo, y visitar sus tremendas y asombrosas paredes de granito.

Nos pareció una idea interesante. Fue así como al final de nuestro recorrido por la Patagonia, llegamos hasta Puerto Varas, en la X Región de Los Lagos, una ciudad turística muy bonita, que se encuentra a los pies del portentoso Lago Llanquihue y del mítico Volcán Osorno.

En este balneario, tomamos un bus que nos llevó al inicio de nuestra caminata hasta el valle superior de Cochamó. El sendero, deformado por la lluvia y el paso de caballos, sube en un bosque impenetrable, que llega a ser casi idéntico a una selva.

Durante las primeras horas, anduvimos sumidos en una semioscuridad, vencida a veces por el brillo de preciosos rayos de sol, que penetraban a través de las hojas de los árboles.

Mientras nos acercábamos a un pequeño río, la vegetación se tornaba cada vez menos espesa, revelándonos un primer panorama de las majestuosas paredes de granito. En este sitio, llamado “La Junta”, atravesamos un río junto a una chica tirolesa, donde perdí mis gafas de sol en el agua, que estaba absolutamente fría. ¡Bueno, no fue un muy buen comienzo!

Al final de ese agitado día, instalamos la carpa en un prado abierto con vista hacia las cumbres cercando al valle. Ojo, que cruzando el río nuevamente (a través de una silla de madera que cuelga de un cable), se encuentra también una acogedora y linda cabaña llamada “Refugio Cochamó”, de propiedad de una pareja de extranjeros muy, pero muy simpática.

Arco Iris

El valle de Cochamó es un lugar muy poco conocido por la mayoría de los turistas que viajan por la Patagonia chilena. Pero cada vez más, atrae escaladores fascinados por la perfección y la belleza de sus paredes de granito. Decidimos quedarnos por cuatro días en este lugar, que posee una atmósfera de gran calma, y tuvimos la suerte de disfrutar de buen tiempo para subir algunas cumbres.

Una de las caminatas más lindas qué hicimos por este atractivo valle, fue la del cerro Arco Iris. El camino nos hizo pasar por lugares con mucha pendiente y vegetación. Al mismo tiempo que alcanzas alturas mayores, la cobertura de los árboles va decreciendo lentamente.

Al final, llegamos a un lugar cubierto de roca mineral, compuesto de un conjunto de bloques y piedras desnudas. Del Arco Iris se podía contemplar todo el paisaje de Cochamó y también los otros valles ubicados alrededor. La vista majestuosa se extendía al Volcán Osorno, un imponente gigante cubierto de nieve.

Durante esta caminata al Arco Iris, nos perdimos de vuelta hacia el valle. De hecho, en este “caos mineral” es muy fácil confundir los caminos y seguir una mala dirección. Necesitamos más de una hora para reencontrar el sendero.

Incluso, tuvimos un poco de miedo al constatar que un cóndor nos estaba observando durante todo ese tiempo de incertidumbre. Una mala caída de alguno de nosotros, ¡podía ser sinónimo de una buena comida para él!

Así fue como pasamos una semana extraordinaria en este lugar muy atípico del sur de Chile. Ahora, de vuelta en Francia, aún conservo imágenes y recuerdos en mi mente, por lo que siempre tengo ganas de volver un día a este precioso valle de Cochamó. ¡Un día tal vez!


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