Hace varios años, un pueblo del sur de Serbia solicitó formalmente al gobierno de Venezuela que se retiraran los cargos criminales contra una mujer llamada Kassandra. ¿Y quién era ella? El personaje protagónico de la telenovela venezolana del mismo nombre: “Kassandra”. Este ejemplo permite comprender, de alguna manera, el fenómeno social que constituyen las teleseries no sólo en Latinoamérica, sino que en todo el planeta. Pero éste no es el único país “exportador” de este tipo de producto televisivo: Colombia ha logrado posicionar un total de 84 historias exitosas en todo el mundo. Veamos aquí por qué las telenovelas son un fenómeno global que representa muy bien la cultura latina.
Por Doly Orozco

esde hace 10 años en Colombia se han presentado propuestas de telenovelas que han remplazado el melodrama tradicional, ya que el formato colombiano siempre se ha preocupado por representar la clase trabajadora del país. Es así como la mayoría de la población ha encontrado en los personajes e historias de las teleseries su propia imagen.

Un buen ejemplo es “Yo soy Betty la fea” (1999), ya que ha sido uno de los aciertos televisivos más grandes de la historia de las telenovelas. Muestra la frustración de una mujer fea que se enamora de su jefe, un hombre rico y poderoso del negocio de la moda. Éste vive rodeado de modelos y tiene un compromiso matrimonial con una mujer que además de ser bella, pertenece a su mismo círculo social.

Esta telenovela ha sido emitida en muchos países con gran audiencia de público, entrando incluso en el libro de los Guinness World Records, en 2010, como “la telenovela más exitosa de la historia”. Ha sido emitida en 100 países, doblada en 15 idiomas y cuenta con 22 adaptaciones en todo el orbe.

En 2006 una teleserie cautivó nuevamente la audiencia colombiana teniendo una fuerte trascendencia internacional. El escritor Gustavo Bolívar llevó su libro “Sin tetas no hay paraíso” a la pantalla chica. Una humilde chica llamada Catalina, vive angustiada porque sus senos son demasiado pequeños, por lo que decide vender su cuerpo para conseguir una operación.

Con el paso del tiempo este personaje deja atrás su origen humilde y consigue todo lo que siempre quiso, pero tras el dinero fácil y el narcotráfico le ocurren diferentes desgracias hasta encontrar la muerte.

Esta serie generó diferentes fenómenos sociales en Colombia. Por un lado, logró ser transmitida en un horario de alta audiencia, lo cual llamó la atención de los diferentes medios de comunicación. Por otro lado, comenzó a generarse una gran polémica entre los espectadores, ya que mostraba fuertes escenas de asesinatos y prostitución. Una realidad que estaba viviendo Colombia en ese período y que al mismo tiempo no era aceptada por la gente.

¿Realidad o ficción?

Este tipo de situaciones ha hecho que la población suela confundir la realidad con la ficción. La publicidad de los medios de comunicación y la fuerte relación de las historias narradas con la vida cotidiana de los latinos, han tenido como consecuencia que el público se “incorpore” a la serie. Por tal motivo, algunos actores, en especial quienes interpretan a un personaje malvado, han debido soportar en su vida real diferentes insultos y reclamos de la gente.

Dicho fenómeno social se ha ido extendiendo a nivel mundial debido a la exportación y al éxito de estas series, ya que han logrado gran popularidad en Portugal, España, Italia, Europa del Este, Asia Central, Turquía, China, Indonesia, Israel y África.

De acuerdo a la UNESCO, en 1999, en Costa de Marfil, muchas mezquitas adelantaron los horarios de oración con el fin de poder disfrutar de la telenovela mexicana “Marimar”. Rusia no podía quedarse atrás, y solicitó a actrices mexicanas actuar para los comerciales de las elecciones de 1993.

Edison Guzmán, 32 años, desempleado en Cali, comenta que se ha motivado a ver telenovelas colombianas ya que ahora son más interesantes y no van dirigidas sólo a las amas de casa. “Se han convertido en historias más atractivas; muestran la realidad de nuestro país y dejan lecciones de vida. En el caso de las personas que no distinguen el drama de la vida real, creo que por lo general sucede con aquéllos que tienen un bajo nivel académico”, sostiene.

Stefan Kirchner, abogado alemán, 38 años, de Frankfurt, afirma que las telenovelas latinas ya llegaron a Alemania. “En general, los televidentes pertenecen al género femenino y nunca se ve que toda la familia esté pendiente de la telenovela, como sucede en América Latina”, explica. “No creo que las personas estén dispuestas a gastar parte de su vida escuchando una historia que se repite tantas veces y que lleguen a confundir la realidad con la ficción. Es bueno que las familias compartan tiempo, pero no creo que las telenovelas puedan aportar algo a sus vidas”.

Confundir la realidad con la ficción en las telenovelas es cosa del pasado, afirma Juan Miguel Galvis, estudiante de matemática de 23 años de Medellín. “Considero que hace 10 años o más, las personas creían que lo que veían en las telenovelas era cierto, pero hoy la gente sabe que es un drama y que por lo tanto no es real”.

La fórmula colombiana

Más allá de la ficción, el éxito de las producciones colombianas es muy real y su fórmula parece ser muy eficiente. Tal y como lo confirma Andrés Briedman, productor colombiano que ha trabajado con telenovelas extranjeras, por mucho que algunas compañías traigan productos de otro países, es difícil que proyectos externos triunfen en Colombia.

En una entrevista realizada por Produ.com, el ejecutivo agrega: “Muchas productoras no se arriesgan a realizar telenovelas en exteriores, por ejemplo, y utilizan escenarios ficticios. Además el tiempo es bastante limitado, porque no hay suficiente anticipación entre grabar y luego salir al aire, lo que disminuye la calidad del producto. En el caso colombiano muchas telenovelas son desarrolladas en espacios exteriores con muchos paisajes, lo que requiere más presupuesto y tiempo, pero a la vez tienen una mayor calidad”.

Lo cierto es que las teleseries latinas se han convertido en un éxito a nivel mundial y, cada vez más, el mundo entero se interesa en Colombia cuando se pretende realizar y emitir telenovelas de excelente calidad. Incluso, el país cafetero ha sido calificado como “la nueva cuna del melodrama internacional” y desde hace diez años es líder en la venta de guiones a nivel global, especialmente hacia EE.UU.

Y fue “Yo soy Betty la fea” la serie que comenzó este fenómeno. De la idea original de Fernando Gaitán se han realizado versiones de la novela en otros países con aspectos que persisten de la versión colombiana y otras situaciones que son completamente distintas, pero que se adaptan según la cultura de los países donde se ha realizado. ¿Y qué dirán en EE.UU. con “Ugly Betty” o en Alemania con “Ich bin Betty, die Hässliche”?


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