Franklin Chang, 60 años, es el único astronauta costarricense de la historia y, además, uno de los primeros latinos en llegar al espacio. Comparte el récord de número de viajes con un total de siete misiones de la NASA. Ha marcado un hito en la historia de este país centroamericano y sus logros han trascendido las fronteras. Hoy, ya retirado, trabaja en un nuevo proyecto: desarrollar un motor-cohete que permita desplazarse más rápido por el espacio. Franklin está a sólo un par de meses de poner a prueba por primera vez en el espacio su motor de plasma. Asegura que se siente “pura vida”. Y espera que su motor logre llegar algún día a Marte.
Por Nubia Víquez

¿Siempre quiso ser astronauta o fue por cosas del destino que sucedió?
No, ese fue un sueño de toda la vida. Cuando tenía siete años conocí el satélite “Sputnik 1” enviado al espacio por la antigua Unión Soviética. Fue el primer satélite artificial de la historia. Era un evento importante en todo el mundo y abrió la era espacial. Se trataba de dos grandes potencias que luchaban por llegar al espacio (la otra era Estados Unidos) y Rusia llegó primero. Esa fue la chispa que encendió el mechero. Desde entonces, ese era mi sueño. Estudié la secundaria en el Colegio La Salle, en la capital San José, y luego viví en Venezuela algunos años, siempre con esa ilusión.

¿Cuáles eran sus juguetes de niño?
Yo fabricaba mis propios juguetes. Una caja de cartón que me regaló papá, era mi nave espacial. Invitaba a mis amigos y volteábamos sillas para usarlas como palancas, hacíamos cuenta regresiva y nos lanzábamos al espacio.

¿Cómo lo recibieron en Estados Unidos y luego en la NASA? ¿Le costó adaptarse?
Primero que nada, me costó irme. Tuve que trabajar en el Banco Nacional un tiempo cambiando dólares, hasta que junté el dinero con el que me pude ir. Recuerdo que papá me pudo dar el boleto de ida, pero no el de vuelta. Conté con la ayuda de una familia que vivía allá y que me abrió las puertas. Quise ingresar a la Universidad de Hartford, Connecticut, y luego de muchos trámites, me asignaron una beca por error. Creyeron que era de Puerto Rico y adquirí el derecho por ser ciudadano americano. Cuando comprobaron mi nacionalidad, me dijeron que no podía ingresar. Algunos profesores, que ya me conocían, explicaron y justificaron mi estancia allá y logramos que me dieran la beca por un año. Ese fue el impulso para continuar.

¿Sufrió discriminación?
Sí, pero era lo más normal. Había muchos estereotipos del latino. Lo sufrí, pero no era tan fulminante, yo sabía lo que tenía que hacer. En aquel momento yo pensaba, y lo mantengo, que si la gente se educa, la discriminación es algo que va a disminuir con el tiempo.

¿Qué se necesita para convertirse en astronauta?
Hay que ser muy cabezón y tener una afinidad con muchas cosas simultáneamente. No se debe ser un especialista, tampoco un generalista. La esencia también está en trabajar en equipo.

¿Qué hay de su actual proyecto?
Este es otro sueño que quería cumplir. Estamos desarrollando un motor-cohete que nos permitirá desplazarnos más rápido en el espacio. Tenemos el motor de plasma en su etapa final. El 20 de abril del próximo año estará a prueba por primera vez en el espacio. Me alegra ver cómo seis empresas costarricenses trabajan en el proyecto a través de CORAAL (Costa Rican Aeroespace Alliance).

Una persona como cualquiera

¿Visualiza otro astronauta tico o de la región en corto plazo? Es algo que se ve difícil de lograr.
Si eso es así, yo habría hecho mal las cosas. Yo no creo eso, estoy seguro que quien se lo proponga lo puede lograr. Para ello actualmente ayudo a estudiantes ticos y estadounidenses en programas de la NASA.

Gracias a sus logros ¿a qué personalidades del mundo ha conocido?
He conocido a varios presidentes de EE.UU. y Costa Rica; científicos y Premios Nobel. Por ejemplo, conozco a Samuel Chao Chung Ting, un físico chino estadounidense, quien recibió el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de una partícula subatómica llamada “Partícula J”. También he estado con personajes como el expresidente y Premio Nobel de Costa Rica Óscar Arias y algunos otros famosos que no respeto mucho.

¿Tiene idea del nivel de admiración que siente la gente por usted? Lo ven como una utopía
Ojalá que no lo vean así, que lo vean como la norma, lo más fácil. Soy una persona muy normal. Si yo lo pude hacer, cualquier persona puede. Sólo hay que recordar que nadie llega a ningún lado sin la ayuda de otro.

¿Dónde vive?
Debo confesar que aunque paso mucho tiempo aquí en Houston, y tengo casa en esta ciudad, mi verdadero hogar con mi familia está en Liberia, Guanacaste.

¿Cómo se siente cuando vuelve a Costa Rica?
¡Ah! Es como llegar a mi casa. Me siento muy contento, de hecho voy cada dos semanas, porque además ahí está mi familia.

¿Qué sitios turísticos le gustan de su país natal?
Las playas. Vivo enamorado de Guanacaste, por eso el proyecto “Ad Astra Rocket” (compañía de ingeniería aeroespacial) está a 10 km de la ciudad de Liberia. Me encanta porque además ahí están los lugares donde puedo practicar actividades que me gustan como la pesca y el buceo.

¿Cuál es su comida favorita? ¿Come gallo pinto?
¡Claro! Y lo preparo también. Mi comida favorita es el arroz y los frijoles. También me gusta disfrutar de un buen plato tradicional tico: el casado.

¿Practica algún deporte?
Fui muy bueno en atletismo. Fui campeón de los 200 metros planos. También practiqué salto con pértiga y todavía corro y camino. Me encanta el buceo y volar. De hecho tengo licencia de piloto de planeador y cada vez que puedo, lo practico.

¿Hubo algo que no ha logrado hacer y que sueña?
En realidad, son muchas las cosas que he querido hacer y casi todas las he logrado. Lo que se me mete entre ceja y ceja, lo logro. Pero tengo un sueño de hacer un recorrido por Estados Unidos y la ruta 66. Quiero comprarme un bonito Corvette y llevarme a mi esposa Peggy Chang y a mis 4 hijas.

Franklin Chang nació el 5 de abril de 1950, en San José, Costa Rica, y es físico e ingeniero mecánico de profesión. Fue enviado por sus padres a EE.UU., donde, según dice, llegó con US$ 50 en el bolsillo y sin saber hablar inglés. En 1997, obtuvo un doctorado en Ingeniería Nuclear, otorgado por el famoso MIT. “Es inspiración para muchos y merece el respeto y admiración de todas y todos los costarricenses. no solo por sus logros, sino por la coyuntura con la que ha respaldado a seis pequeñas y medianas empresas de nuestro país a través de CORAAL mediante las cuales se brindará capacitación y entrenamiento en el proceso, diseño y construcción de estructuras espaciales”, manifestó recientemente la Presidenta de la República Laura Chinchilla.


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