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La Asociación Civil “Estancia del Migrante González y Martínez” es una pequeña organización humanitaria que brinda alimento y apoyo a los migrantes que pasan por el centro de México, rumbo a Estados Unidos. Uno de sus fundadores es Martín Martínez (55 años), quien tiene esposa, tres hijas, un yerno (migrante hondureño) y dos nietos. La organización comenzó como un proyecto familiar y hoy, son 17 las personas involucradas. Aunque sus recursos son muy limitados actualmente ofrece alimento, ropa y asistencia médica. Asimismo, cuando se requiere ayuda legal para los migrantes, la Estancia busca a las personas adecuadas.

Texto : Santiago Ospina García
País: México

l local que ocupa la “Estancia del Migrante González y Martínez” desde hace un poco más de quince años está situado en las polvorientas afueras de Tequisquiapan. A escasos metros, se ubican las vías por donde pasa “la bestia”, nombre que se le da popularmente al tren que transporta mercancías a lo largo de México. Los migrantes, arriesgando sus vidas, toman este medio de transporte para acortar su travesía hacia EE.UU. En dicho éxodo, los migrantes, principalmente centroamericanos, son víctimas de toda clase de abusos, violaciones, robos y asesinatos.

El tema de los migrantes centroamericanos me interesa desde hace varios años, así que cuando una amiga activista mexicana me habló de Martín Martínez, quise visitarlo para ver en persona en qué consiste su trabajo. Llego a Tequisquiapan y él mismo me recoge en el terminal de buses. De inmediato siento que es “buena onda”. En su enorme camioneta, donada por un médico alemán, me lleva a dar una vuelta por el pueblo. Luego, nos vamos a la Estancia, donde comienza a contarme toda su historia.

Martín se fue de “mojado” a EE.UU. en 1984 y al volver, en el 85, comenzó a trabajar como laico en la iglesia local. En aquel tiempo raramente se veían personas en los trenes. Las cosas cambiaron a principios de siglo, cuando los centroamericanos comenzaron a verse por centenares. Preocupado por la situación, Martín no dudó en ponerse al servicio de los exiliados que iban pasando camino al norte; él había vivido en carne propia el drama de la migración y sabía que cualquier ayuda era vital para “los muchachos”, como él los llama.

En aquel tiempo, junto a su esposa se iban a un pueblo vecino donde repartían víveres. Puesto que no tenían un local propio, se ubicaban bajo un árbol situado al lado de las vías para esperar la llegada de los trenes. Por esos días, el dinero con el que sostenían la causa provenía de las arcas de la familia, pero pronto debieron pedir apoyo económico a la Iglesia, al Estado, a organizaciones y personas naturales.

A pesar de ser pionero y de haber recibido la Medalla de Honor a la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos “Nelson Mandela” en 2014, hoy aún los recursos con los que cuenta la estancia son escasos. El apoyo de instituciones como el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Autónoma de Querétaro y la Universidad Iberoamericana es fundamental dado que ninguna ONG internacional les brinda ayuda financiera regularmente.

Trabajando con uñas y corazón

Todos los días Martín madruga a recoger los víveres que un gran supermercado le dona. También va con cierta regularidad a un centro de acopio de donaciones de la ciudad de Querétaro. Entretanto, su familia se ocupa del pequeño negocio y de la Estancia.

Una mañana lo acompañé al supermercado y me di cuenta de que la gente conoce y admira su labor. Luego de recoger varios kilos de panes y tortas, regresamos a la Estancia. Allí, se ocupa de lo que surja y permanece atento a la llamada de cualquier donador que se manifieste.

Además de estas labores cotidianas, Martín ejerce una actividad en la que es muy bueno: hacer “lobby” ante líderes económicos, políticos y sociales de la región. Gracias a su activismo, es becado con regularidad para asistir a diversas formaciones y eventos académicos bajo los auspicios de universidades y centros de investigación tanto a nivel nacional como internacional.

Martín y su esposa me cuentan que el local de la Estancia no les pertenece sino que es propiedad de una de las empresas de transporte ferroviario de mercancías. Como se necesitaba un lugar cerca de las vías del tren en el cual acoger a los migrantes, rehabilitaron una parte de una antigua estación abandonada.

Hasta hace poco estuvieron en pleito con la empresa propietaria porque esta quería que se desalojara el lugar. No obstante, el gobierno municipal decidió que Martín y los voluntarios tenían derecho a seguir ocupando el lugar por la cantidad de años que llevan en él. A pesar de esta buena noticia, deploran que no se les haya dado una solución definitiva.

Como el local es demasiado pequeño, no es posible acoger a los migrantes durante varios días, como lo hacen algunos albergues de los estados del sur de la república mexicana. Así pues, los que llegan y desean quedarse un par de días deben encontrar donde dormir. Martín también puede alquilar por días una casa en el pueblo, pero hay pocos recursos para esto.

Éxodo mortal

Martín apunta que en algunas ocasiones hasta les ha tocado hacer las veces de médico: incluso con el tiempo él tuvo que aprender a recolocar huesos y hacer curaciones. Dice que dejó de acudir a los hospitales porque desde allí solían llamar a Migración para hacer detener a los muchachos.

En los meses de diciembre y enero suele haber poco flujo de migrantes. Los centroamericanos deciden pasar las fiestas de Navidad y Año Nuevo en casa; por esos días se llenan de esperanzas para el año que comienza. No obstante, hacia el mes de mayo, al darse cuenta de que las cosas no van a cambiar en sus países, retoman su proyecto migratorio y se lanzan rumbo al norte.

Martín cuenta, aún sorprendido, que el verano de 2014 hubo una crisis humanitaria de grandes proporciones ya que “la bestia” pasaba repleta de gente; había decenas de niños, unos recién nacidos y otros viajando solos; también había muchas familias y mujeres. Y las cosas no han mejorado ya que en agosto de 2015 se atendieron más de 7 mil migrantes en la Estancia. Los centroamericanos huyen de la miseria y de la violencia en sus países: Honduras, El Salvador y Guatemala están dentro de los países más violentos del mundo.

Peligrosa labor

Por su activismo Martín ha sido atacado, como en 2011 cuando quemaron su negocio. Los agresores fueron personas que están en contra de su labor humanitaria. Martín ya había recibido amenazas pero hizo caso omiso pues no está dispuesto a dejar de ayudar a los “hermanos centroamericanos”. Poco a poco pudo volver a abrir su pequeño local, aunque ahora no da su teléfono personal ni responde a números desconocidos ya que las intimidaciones continúan.

Es consciente de que por su activismo está arriesgando la vida, pero asevera que no hay que bajar los brazos. No confía en ningún gobierno ni sistema político y añade: “El pueblo tiene que despertar. Por lo menos uno ya despertó y si otro le hace caso, pues bien. Así tiene que ser. ¿Y si nos morimos? Pues sí, pero ya empezamos. A lo mejor no vamos a ver resultados, pero por lo menos ya tomé la iniciativa y a lo mejor otro la seguirá”.

Llega el día de partir y me tengo que despedir de Martín, de su familia y de los voluntarios. Me voy con mucha información y les prometo que volveré e intentaré darle visibilidad a su trabajo fuera de México esperando que mucha gente se solidarice de alguna forma con su loable labor, ya que para poder seguir socorriendo a los hermanos migrantes necesitan muchos recursos y apoyo.

La migración en cifras

· La frontera norte de México con EE.UU. mide 3152 km y abarca los estados de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

· La frontera sur mide 1149 km, de los cuales 956 km son limítrofes con Guatemala y 193 km con Belice.

· Los estados que componen la red ferroviaria y que integran las rutas más importantes de tránsito para los migrantes desde los estados de la frontera sur hacia el norte del país son: Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas.

· Aunque no existen cifras oficiales, se estima que anualmente ingresan de manera irregular, por la frontera sur de México, unos 150 000 migrantes, principalmente por el estado de Chiapas, con la intención de llegar a EE.UU.

· En su mayoría, estos migrantes son centroamericanos, sudamericanos y, en menor medida, extrarregionales originarios de países de Asia y África.

· Organizaciones de la sociedad civil organizada indican que el promedio anual de migrantes centroamericanos indocumentados que ingresan a México podría ser de hasta 400 000. Debido a que no cuentan con papeles, no existe un registro certero de datos.

Fuente: Organización Internacional para las Migraciones (OIM)







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Una vida al servicio de los migrantes – A2




Martín Martínez (55 años) es el fundador de la “Estancia del Migrante González y Martínez”, un organización humanitaria que desde hace 15 años ayuda a los migrantes que pasan por México y que buscan llegar a la frontera con Estados Unidos.

La mayoría de los migrantes son de El Salvador, Honduras y Guatemala, tres de los países que sufren más violencia en Centroamérica y el mundo.

La estancia empezó con Martín y su esposa. Ellos iban cerca de las vías del tren a entregarle comida a la gente. Hoy con 17 voluntarios, tienen un espacio donde reciben a los migrantes, los alimentan y muchas veces los curan, ya que llegan incluso con huesos rotos.

Martín ha sufrido amenazas y atentados y sabe que esta labor puede costarle la vida. Sin embargo, piensa que hay que hacerlo y ayudar a “los muchachos” que están, en muchos casos, escapando de la pobreza y la violencia de sus países o regiones.

Comprensión

A continuación verás las preguntas de comprensión del texto. Lee y escucha el texto para responder a las preguntas. (Te recomendamos leer primero y escuchar después)

Una vida al servicio de los migrantes

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Gramática y Usos

A continuación encontrarás dos documentos PDF con la explicación del Uso y Gramática.

A2 ‘ Adverbios de lugar

B2 ‘ Adverbios de duda .

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