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En la isla sureña de Chile, el “simple” cambio de una casa consiste a veces en trasladar la vivienda completa a otro sitio. Suena difícil, pero no imposible. La gente está siempre dispuesta a ayudar a sus vecinos en tareas cotidianas y en otras más complejas. Las llamadas “mingas” chilotas no sólo son un atractivo turístico, sino más bien se han convertido en un fenómeno social, que muestra el valor de una comunidad. En este proceso, que incluye comidas y bebidas típicas, se mezclan trabajadores y espectadores.

Texto: Giancarlo Grondona
Fotos: Agradecimientos I. Municipalidad de Quemchi (Chiloé)
País: Chile

veces, mientras algún turista o un simple visitante pasea por la Isla de Chiloé, ubicada en la X Región de Los Lagos, puede encontrarse con un espectáculo sorpresivo e impactante: una casa que, literalmente, se mueve por el agua. ¿Cómo es eso posible? Bueno, esa es una parte de las famosas mingas chilotas.

Y es así de simple: se sacan los cimientos de una vivienda de madera y se mueve mediante el apoyo de bueyes, remolques o lanchas. A veces, para llevarla a su nuevo destino, se necesita cruzar canales, ríos o simplemente el mar. ¿Y por qué se hace? Los dueños desean vivir en un nuevo sitio y para ellos, lo más “fácil” es llevarse sus maletasjunto a la casa completa.

Para arrastrar la casa se necesita madera en grandes cantidades. Ésta se coloca en la base de la vivienda, a modo de un trineo. En su interior se sacan puertas y ventanas. Además, en puntos estratégicos se colocan vigas para evitar un posible desarme.

Generalmente, las yuntas de bueyes se encargan de arrastrar la casa, sin embargo también se han usado máquinas retroexcavadoras. En algunas oportunidades, cuando es necesario abandonar la isla, la morada es transportada flotando, con la ayuda de lanchas, debido a su estructura de madera.

Cultura popular

Pero la minga es mucho más que eso. Se trata de un trabajo tradicional, campesino y en equipo. Incluye actividades agrícolas como el sembrado y la cosecha de papas y trigo, limpieza de terrenos y otras de carácter social.

Esta actividad social sureña implica que tanto amigos como vecinos, además de obreros y carpinteros, hacen un esfuerzo importante con el traslado de la casa. De acuerdo con la tradición, no cobran dinero por el esfuerzo realizado: sus dueños deben ofrecer un generoso “curanto” y abundantes bebidas, como vino tinto, chicha de manzana y cerveza.

“Me acuerdo de la minga de la iglesia de Astilleros. De repente empezó a llover muy fuerte, pero aun así logramos mover la iglesia a su nuevo lugar”, nos cuenta Claudio Velásquez, periodista de la Municipalidad de Quemchi. “Esa hazaña de la cultura popular chilota, tuvo lugar el 19 de mayo de 1999. A decir verdad, la lluvia facilitó el traslado, porque las vigas se arrastraban con facilidad en el barro, sufriendo menos desgaste”, agrega.

Su origen se debió a un error de cálculo. “La comunidad de Tey (localidad cercana a Castro, capital de Chiloé) pensaba que su capilla no resistiría en pie mucho tiempo. Decidieron construir una nueva al lado, pensando en desarmar la vieja capilla. A medida que se daba a conocer la historia, aparecieron localidades interesadas en quedarse con el antiguo templo”, explica Velásquez.

La más emblemática de las mingas de los últimos años finalmente “contó con la ayuda de los trabajadores de la compañía de electricidad. Estos hombres iban retirando los cables de alta tensión que impedían el paso de la capilla”. El periodista explica que hay algo único en este hecho, ya que en términos simbólicos, el templo “fue” al encuentro de su comunidad. Es decir, la gente no vino a él, sino que fue al revés.

Casa famosa

La época de verano es ideal para llevar a cabo las mingas de arrastre de casas, “porque llegan turistas a deleitarse. También está pensado así para promocionar la gastronomía y artesanía de comunidades rurales”, afirma Velásquez.

“Sin embargo, si las mingas se realizan sólo para hacer negocios o generar turismo, no tiene sentido. Mi opinión es que siguen existiendo, porque son de gran utilidad para la población isleña”, declara el periodista.

La orientación social del ritual chilote, que cumple una vital función trasladando no sólo casas, sino también escuelas e iglesias, es muy clara. La última minga realizada en Quemchi, que ocurrió en enero de 2010, sirvió para montar un museo del escritor Francisco Coloane, uno de los más reconocidos del país.

“Le prometimos al fallecido escritor, convertir la casa en un archivo bibliográfico de su obra”, señala la directora de la Biblioteca Pública de Quemchi, Teolinda Higueras. Fueron necesarias nueve yuntas de bueyes y nueve “mingueros” expertos, más tres carpinteros, para llevar la construcción hacia el mar.

El alcalde de Quemchi, Luis Macías, cree que en el presente los adelantos tecnológicos le han quitado espacio a las actividades tradicionales. Por este motivo, acercarse hoy a una minga por primera vez resulta ser una experiencia que no tiene comparación. “La energía que implica el traslado de una casa es increíble, genera adrenalina. Es una práctica que convoca a toda la gente, reflejando el espíritu del trabajo comunitario de la cultura chilota”, concluye.

Origen de la minga
La palabra minga proviene del quechua mink`a. Es un término que usaban ciertas comunidades andinas para referirse al trabajo agrícola colectivo en beneficio de la tribu. La reciprocidad es fundamental: si alguien ha organizado una minga, tiene que estar dispuesto a participar de otra.

Hay quienes atribuyen el origen de las mingas al aislamiento geográfico y cultural del archipiélago de Chiloé. El Doctor en Lenguas Romances y Literatura, Sergio Mansilla, explica que la insularidad de la zona ayuda a crear un aspecto cultural propio, que se ha acumulado durante cinco siglos. Agrega a ello también, la escasez de dinero, lo que obligó a sus habitantes a crear un sistema de transacciones basado en el intercambio de bienes y servicios.


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