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La búsqueda de mejores oportunidades de trabajo, la diversidad climática y las leyes argentinas, facilitan la llegada de inmigrantes a un país extenso y poco poblado. Existen cerca de 3,6 millones de bolivianos repartidos en distintas zonas agrícolas y 2,5 millones de paraguayos, la mayoría radicados en Buenos Aires. Los chilenos suman 1,5 millones de personas concentradas en la Patagonia y el resto en Cuyo y Buenos Aires. Incluso, se calcula que los chinos llegan a los setenta mil.

Texto: Sonia E. Videla
Fotos: Sonia E. Videla y D. Lobos
País: Argentina

aría Salete García De Souza es una hermosa mujer brasilera que llegó hace 20 años a la Argentina de paseo con su esposo. Aquí vivía su hermana. Cuando llegó el momento de regresar a Porto Alegre, optaron por quedarse en esta tierra. "La encontramos más pequeña, más segura", dice. Comenzó a trabajar como maestra de portugués, mientras su esposo lo hacía en tareas de albañilería.

María siente que aquí en la Argentina encontró el lugar que imaginaba para vivir. "Fui adquiriendo cosas y luego ya no quise volver a mi país". Dice que nunca se sintió discriminada ni por su color ni por ser extranjera. Entre sus cuatro mejores amigas, "hay una chilena, una brasilera, una boliviana y una argentina".

Pero para esta mujer, no todo ha sido sencillo. Aún no tiene residencia definitiva; perdió su certificado de nacimiento y toda su documentación hace mucho tiempo. Desde Brasil nunca pudieron enviarle copia de los originales. Esto ha sido un tropiezo para poder disfrutar de todos los beneficios que a nivel laboral se le ofrece a un empleado registrado formalmente en la Argentina. "No puedo obtener una tarjeta de crédito o acceder a un préstamo. Pero no me quejo, porque tengo un hogar, un trabajo digno y muchas expectativas para el futuro".

Sergio Xusu, llegó a la Argentina como turista. Venía de Fujiam, una provincia de la República Popular China. Luego de su visita, regresó a su país natal. Tiempo después, retornó a la Argentina con el deseo firme de quedarse. Aquí se casó con una argentina y hoy es padre de tres niños: dos varones (9 y 5 años) y una nena de cinco años.

Cuenta que le costó mucho aprender el idioma y que en su hogar, en Mendoza, se hablan las dos lenguas. "Los niños asisten a escuelas privadas y tienen pocos amigos", asegura. Dice que no ha tenido problemas de discriminación. "Quizás eso pueda ocurrir en Buenos Aires, como gran capital, pero no aquí en Mendoza".

Dueño de un supermercado, el sueño de Sergio es llegar a "viejo", viajar y conocer distintos lugares. "Por ahora no tengo mucho tiempo", expresa. Le gusta escribir y piensa editar su experiencia en un libro para dejar una enseñanza a su gente. Ha vuelto dos veces a China y le gustaría algún día regresar definitivamente a su país, pero por ahora, no. Los sobrinos ya se han integrado al supermercado y la familia ayuda en turnos para mantenerlo abierto durante el día.

Ha adoptado costumbres argentinas. Sin embargo, la base de su alimentación sigue siendo el arroz y de a poco comienza a consumir carne. "No hay país perfecto. Tanto aquí como en EE.UU. o China hay costumbres buenas y malas. Este es un país grande, tranquilo y con oportunidades de trabajo", dice Sergio.

La otra cara

Cristian Alarcón, autor de "Si me querés, quereme transa", dice que "Buenos Aires más que muchas otras metrópolis se basa en el trabajo cotidiano de migrantes trabajadores. El cuidado de los niños, la limpieza de las casas, la construcción de los edificios, la comida en los barrios, el comercio informal depende de las manos y la inteligencia de los migrantes".

Sin embargo, la inmigración en la Argentina tiene su cara y sello. A mediados de diciembre de 2010, estalló en el sur de la provincia de Buenos Aires un conflicto con inmigrantes paraguayos, bolivianos y peruanos. Los residentes argentinos se oponían fuertemente a la ocupación del Parque Indoamericano por parte de estos inmigrantes que luchaban por un espacio de tierra para levantar sus viviendas en forma precaria.

Este incidente provocó tres muertos -dos bolivianos y un paraguayo- y treinta heridos. Esta situación reveló historias de inmigrantes que salen de países vecinos a la Argentina en busca de mejores condiciones laborales y de vida.

Cientos de indocumentados ingresan por trabajos "temporales" traídos por empresas que no cumplen la ley. El problema se agrava aún más por el poco control que ejerce el Estado.

Por ejemplo, en octubre del año pasado, alrededor de 400 trabajadores bolivianos que trabajan en fincas y galpones, la mayoría indocumentados, cortaron una ruta en Mendoza para reclamar mejoras en las condiciones laborales.

Dalmiro Condorí, representante sindical boliviano justifica esta acción: "Todos estamos en negro. No tenemos derecho a nada, porque no contamos con documentos. No queremos ser más esclavos de estos grandes empresarios que nos llevan a los galpones contratados por terceras personas que son los cuadrilleros", concluye.

 

Inmigración italiana
Aparte de la propia Italia, Alemania, y Suiza, Argentina es el cuarto país con mayor número de italianos en el mundo. Se estima que hasta 25 millones de argentinos son descendientes completa o parcialmente de italianos (60% de la población general). La primera llegada de los inmigrantes italianos comenzó cerca del año 1870, debido a que la gente huía de la guerra de Unificación de los Estados Italianos. Esta tendencia continuó hasta cerca del año 1951, especialmente producto de la II Guerra Mundial. Provenientes en gran medida del norte de Italia, los recién llegados se dedicaron mayormente a labores asociadas a la agricultura, artesanía y el comercio.


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