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A los chilenos, como buenos latinos, les gusta la fiesta y la celebración. Por eso, cuando aparece una pareja de chinchineros y organilleros, con mayor frecuencia en verano y fiestas patrias, la gente se entusiasma de inmediato. Al ritmo del vals o el fox-trot, el hombre de la batería en la espalda, el “chinchinero”, realiza un baile especial. Es un espectáculo artístico diferente, muy colorido y mágico. Manuel Lizana nació en una familia dedicada a este oficio y durante casi 50 años se a dedicado a esta actividad folclórica. Manuel es, además, el único fabricante de organillos que queda en Sudamérica. Los invitamos a conocer su historia…

Texto:Giancarlo Grondona
Fotos: Familia Lizana y Giancarlo Grondona
País: Chile

n algún momento de la década de 1920, nació en Chile un espectáculo callejero que se constituiría en una manifestación cultural típica: un hombre con una batería en su espalda, esto es, un bombo y dos platillos, que alegraba a la gente en plazas y calles.

Estos verdaderos artistas, que usan dos varillas para tocar el bombo y una correa en el talón para hacer funcionar los platillos, son llamados tradicionalmente “chinchineros” (ver recuadro). Suelen ser definidos como la versión evolucionada de los “hombres orquesta”, músicos ambulantes capaces de ejecutar varios instrumentos a la vez.

Durante años han trabajado junto al organillero, quien toca una caja musical de viento, que se activa a través de una manivela, llamada organillo. Este músico, que muchas veces tiene un loro en su hombro, vende juguetes que hasta hoy son tradicionales: remolinos de papel y pelotas de aserrín.

A lo largo de los años, chinchineros y organilleros han mantenido su espectáculo, por lo que las familias tradicionales en estos oficios tienen representantes que dominan ambas especialidades. Uno de ellos es Manuel Lizana (62), quien se ha dedicado a esta actividad folclórica por más de 50 años.

“Empecé como organillero y a los 12 años tuve por primera vez el chinchín en mi espalda”, rememora. Su padre, Héctor, inventó el famoso movimiento circense de los chinchineros: un giro incesante sobre sí mismo, a gran velocidad, y en el que al mismo tiempo toca el bombo y los platillos.

“Mi papá fue el primero que puso la correa a la altura del talón para favorecer su baile. Eso fue a principios de 1950. Él conoció al inventor de este oficio, Lázaro Kaplán”, señala. Junto a su hermano Juan y su padre formaron el primer trío que denominaron “Guardia Vieja”, en 1969.

La tercera generación surge a partir de los hijos de Manuel, quienes han cargado por cerca de 30 años el chinchín y el organillo. Incluso hay dos niños de la cuarta generación iniciándose en este arte.

Patrimonio folclórico

En la actualidad, los chinchineros-organilleros son un gremio luego que la familia Lizana fundara en 2001 la “Corporación Cultural Organilleros de Chile”. Cuentan con 32 miembros. Por tal motivo el estado los declaró como “Patrimonio Vivo del Folclore Nacional”. Lizana admite que “es importante que nos distingan con un título de esa índole; a fin de cuentas, representamos la cultura”.

Esta distinción le evita tener que tramitar permisos municipales para realizar presentaciones en cualquier lugar público del país. Pese a ello, señala Lizana, algunos alcaldes todavía obstaculizan su actividad. “Por ello, preferimos desplazarnos en el verano hacia la costa, donde no hemos tenido problemas y nos va bien”.

La mayor parte del año actúan en cumpleaños, matrimonios, citas amorosas o despedidas. “En esas ocasiones nos presentamos miembros de las tres generaciones, incluso mi padre, quien tiene 83 años. Él acciona el organillo solamente. Los demás nos turnamos los instrumentos. Muchas veces dejamos al cliente ejecutar el chinchín o dar vuelta a la manivela del organillo. Nos han contado que era un sueño de niñez”, confiesa Manuel.

El oficio de lutier

Desde mediados del siglo XIX llegaron organillos al país, la mayoría de Alemania, Según cifras de la Corporación Cultural Organilleros de Chile, hasta 1930 había más de 200 instrumentos.

Muchos de estos han terminado en el taller de Manuel Lizana, quien es conservador y técnico de organillo desde hace 34 años. Es además un lutier, porque fabrica este tipo de aparatos musicales. “Reparé prácticamente todos los organillos de Chile y ya he fabricado 10”, dice el único exponente de este antiguo oficio en Sudamérica.

De tanto recomponerlos, cuenta que una vez, durante una feria internacional de artesanía en Chile, un señor le pidió que examinara su instrumento. “Al tocarlo, mi padre reconoció sus ritmos y melodías: ¡era el mismo organillo que había arrendado por 40 años! Fue con este instrumento que yo inicié mi carrera”.

Manuel señala que su formación fue autodidacta: “En mi casa teníamos nueve cajones musicales; descifré su funcionamiento y me compenetré con el sonido. Eso sí, para fabricar uno me demoro casi todo un año; solo en el rodillo tardo dos meses”, evoca.

Sus dos hijos, quienes son miembros de la tercera generación de los Lizana, colaboran en el taller de conservación. Su trabajo tiene relación con la inserción de nuevos ritmos en los organillos. “Han incorporado en los cilindros melodías como la marcha nupcial o canciones de Elvis Presley. Igualmente, siempre están los ritmos tradicionales de este rubro como cueca, vals, fox trot o pasodoble”, explica.

La incursión internacional

Una de las mayores satisfacciones de Manuel fue haber hecho una versión compacta de los órganos de iglesia a pedido de dos restauradores alemanes. “En 2004 contactamos a los conocidos lutieres Heinz Jäger y Wolfgang Brommer. Apoyados por el Ministerio de la Cultura, viajamos para conocer a quienes eran mis únicos referentes en el oficio. Allá me sometieron a una prueba: a partir del sonido de un organillo debía detectar el problema que lo afectaba. La pasé; no fue necesario desarmar el instrumento, razón por la cual me diplomaron como organillero, y me pidieron que les fabricara uno”, cuenta Lizana.

El lutier junto a integrantes de tres generaciones de su familia han presentado el arte del chinchín y el organillo en festivales internacionales no solo en Alemania, sino también en Broadway (EE.UU.), además de Cuba, México y Canadá.

El periodista chileno Rodrigo Quintana realizó un documental denominado “Cartas a un amigo alemán”, estrenado en 2007. En la cinta, protagonizada por Manuel Lizana, se cuenta cómo el artista escribió a los lutieres alemanes que inspiraron su labor de restaurador. En ellas se explaya acerca de su rol de cofundador de la Corporación Cultural Organilleros de Chile, y su deseo de hacer un ejemplar al estilo del siglo XIX, el cual cumplió en 2001.

Origen del nombre chinchinero
En ninguna publicación se establece el origen de la palabra “chinchín”. Existen dos versiones extraoficiales: una dice que es una onomatopeya de los platillos cuando se golpean entre sí. La segunda también es una onomatopeya: está ligada al ruido de las monedas, que reciben los artistas por su espectáculo. El nombre original que recibieron por más de 40 años era “bombistas”, hasta que la aparición de la canción “Con mi bombo y mi chinchín”, interpretada por el cantante chileno José Alfredo Fuentes a mediados de los 70, acuñó la palabra que luego se masificaría.





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Versión Principiantes – A2


Chinchineros y organilleros.


El chinchinero es un músico típico chileno. Este artista es parte fundamental del folclore y de la vida chilena. El chinchinero toca un instrumento llamado “chinchín”, un bombo con platillos unidos por una cuerda. El chinchinero golpea el bombo y jala la cuerda para crear música.

Junto al chinchinero está el organillero, quien toca música junto a su mascota (un loro) y vende remolinos de papel. Estos dos personajes son típicos de las fiestas patrias chilenas. Es muy emocionante ver a un chinchinero tocar su instrumento, porque él da vueltas sobre sí mismo a mucha velocidad y al mismo tiempo jala la cuerda con el pie.

Manuel Lizana (62) nació en una familia dedicada a este oficio y durante casi 50 años se ha dedicado a esta actividad folclórica. Es también un lutier, es una de las pocas personas en el mundo que sabe cómo arreglar un organillo. Su padre Héctor, de 82 años, es el chinchinero más viejo del país, también el más importante. El creó el baile actual de los chinchineros y ha logrado que toda su familia se dedique a este arte.

La familia Lizana ha sido invitada a diferentes partes del mundo a presentar su espectáculo y gracias a ellos el chinchín sigue vivo y fuerte en la cultura chilena actual.

Comprensión

A continuación verás las preguntas de comprensión del texto. Lee y escucha el texto para responder a las preguntas. (Te recomendamos leer primero y escuchar después)

Chinchinero y organillero

Quiz

 

Gramática y Usos

A continuación encontrarás dos documentos PDF con la explicación del Uso y Gramática.

A1 ‘ Cambio ortográfico Presente del Indicativo E>I.

B2 ‘ Presente del Subjuntivo . .

Vocabulario

Chinchineros y organilleros

La orquesta .

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