econocida en el mundo entero, Celia Cruz es sin duda una de las cantantes latinoamericanas más famosas y mejor pagadas de todos los tiempos.

Fue la intérprete cubana y latinoamericana más exitosa del siglo XX, con 22 álbumes de oro a su nombre. Celia fue alabada por su excelente calidad como cantante y por su famosa frase “¡Azúcar!”, símbolo de su filosofía ante la vida y de su orgullo de ser cubana. Junto a Héctor Lavoe constituye uno de los máximos exponentes que ha dado la salsa; con ellos el género alcanzó su mayor esplendor. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, y de una ama de casa, Celia compartió su infancia con sus tres hermanos y once primos. Sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con 12 años, la hizo cantar para un turista que, encantado, le compró un par de zapatos.

En 1960 dejó su Cuba natal y años después se mudó a EE.UU. Desde ese momento su voz electrizante, su alegría contagiosa y el llamativo vestuario se convirtieron en una bandera de identidad para los inmigrantes latinos.

remio Nobel de la Paz, en 1992, Rigoberta Menchú es reconocida como una fuerte defensora de los derechos humanos, especialmente de los pueblos indígenas. Es, además, Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO y ganadora del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

Desde muy pequeña conoció la injusticia, la discriminación, el racismo y la explotación a la que son sometidos miles de indígenas que viven en la pobreza extrema en Guatemala. Durante la violencia armada su padre, su madre, su hermano y varios miembros de su comunidad fueron asesinados por el ejército nacional. Indígena maya-quiché, Rigoberta comenzó a militar a los 19 años en el Comité de Unidad Campesina (CUC), mientras el ejército llevaba a cabo su campaña de “tierra arrasada” contra la población sospechosa de pertenecer a la oposición armada.

Gran parte de su popularidad proviene del libro autobiográfico “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia” (1982-1983), escrito por Elizabeth Burgos, donde relata cómo comenzó a trabajar en una finca de café a los cinco años, así como también de la represión de la que fue víctima su comunidad.

acido en el seno de una humilde familia, desde muy pequeño Blades comenzó a actuar con un grupo musical, interpretando temas de Frank Sinatra y otros cantantes muy conocidos.

Se matriculó en la Universidad para cursar estudios de Derecho, desarrollando un fuerte sentimiento antiimperialista contra EE.UU. Por esa época, su estilo musical pasó a ser más latino, con raíces caribeñas, cultivando un estilo musical denominado como “salsa intelectual”. A Blades se le conoció como un duro crítico de las dictaduras militares tanto de Panamá como las de toda América Latina, pues hace referencia a estos temas en las letras de sus canciones. Sus inquietudes políticas le llevaron a crear su propio partido y presentarse incluso a las elecciones presidenciales de Panamá.

Desde 1970 a la actualidad, ha grabado más de 20 álbumes y ha tomado parte como invitado en más de 15 grabaciones con varios artistas de distintos géneros y tendencias. En reconocimiento a su labor ha recibido seis premios Grammy. Ha participado también como actor en diversas producciones tanto de Hollywood como en el cine independiente.

ue un caudillo y el líder de la mayor rebelión indígena anticolonial que se dio en América durante el siglo XVIII. Descendiente de incas, fue el cacique de Surimaná, Tungasuca y Pampamarca, bisnieto de Juana Pilco-Huaco, la hija del último soberano inca, Túpac Amaru I (ejecutado por los españoles en 1572). Se educó con los jesuitas de Cuzco e hizo fortuna en negocios de transporte, minería y tierras. Su prestigio entre los indios y mestizos le permitió encabezar una rebelión contra las autoridades españolas del Perú en 1780.

Condorcanqui adoptó el nombre de su ancestro (Túpac Amaru) como símbolo de rebeldía contra los colonizadores, se presentó como restaurador y legítimo heredero de la dinastía inca, y envió emisarios para extender la rebelión por todo el Perú.

Vencido en batalla por los españoles, la gravedad de la amenaza que esta rebelión representó para el imperio, se tradujo en la crueldad del virrey, que descuartizó a Túpac y envió cada parte de su cuerpo a un pueblo de la zona rebelde para dar a la ejecución un valor ejemplarizante y sofocar así la rebelión indígena.


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