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Cuando una persona muere de forma cruenta y repentina, los creyentes se hacen presentes en ese lugar para encender una vela. Con eso basta para crear una animita e iniciar un culto masivo. Los tamaños varían de tal manera que van desde llamativos mausoleos hasta los más típicos y modestos monolitos, que forman parte de muchas carreteras. En Chile, un arquitecto hizo un catastro en cinco regiones del país que determinó la existencia de 2.500 animitas. Según el profesional, esta cifra se podría multiplicar por cien al extender el registro a todo el territorio nacional…

Texto y fotos: Giancarlo Grondona
País: Chile

n Chile es común ver alguna vez a la gente persignarse o hacer un ademán en señal de respeto. No tiene que ver con que sea un país particularmente religioso ni que abunden las iglesias. Resulta habitual santiguarse en la calle dada la religiosidad popular chilena, cuya máxima expresión son templos conocidos como “animitas”.

Algunas construcciones representan una casa, otras una gruta. Sin embargo, basta un monolito, una placa o simplemente una vela encendida para honrar una muerte trágica e intempestiva. “A partir de la creencia popular, la población piensa que una muerte desafortunada y sangrienta es motivo suficiente para desarrollar un culto en torno a ella. “Su espíritu es considerado milagroso”, afirma Micaela Navarrete, historiadora y experta en tradiciones populares.

El alma de quien fallece trágicamente “se separa del cuerpo y permanece en el lugar, lo que la transforma en intermediaria entre Dios y los humanos, debido a que ha sido purificada producto de la manera en que murió la persona”, explica la historiadora.

De acuerdo con la fe popular, el fervor con que los fieles veneran a estos santos del pueblo no debe decaer después que les conceden los favores pedidos; si no respetan la promesa hecha a modo de retribución, corren riesgo de ser castigados. Incluso, muchos dicen que las animitas suelen vengarse de quien falta a su compromiso, con la finalidad de cobrar lo que le deben.

“Romualdito”

Uno de los cultos más difundidos y que registra mayor devoción es el de “Romualdito”, ubicado en el centro de Santiago. Un muro de casi 15 metros de largo alberga un mosaico de placas de agradecimiento. Hay varias casas pequeñas para cobijar las velas, flores e imágenes de Cristo. También existen ofrendas típicas como juguetes y botellas de agua.

Fernando Tamayo es devoto desde hace un año. Cuenta que una vez que se encomendó a la animita encontró trabajo y mejoró la salud de su madre. Para él, “lo esencial es tener fe, que no es privativa de los creyentes cristianos. Soy católico, sin embargo me parece que Dios tiene muchas preocupaciones, entonces se puede recurrir a sus ayudantes, que son santos como éste”.

Otra fiel es Carmen, una mujer de la tercera edad. Cree que el Todopoderoso “debe tener varios problemas que resolver”. Confiesa que se alejó durante cuatro meses de “Romualdito”, aun cuando nunca recibió castigo, y que no es el primer templo popular al que se entrega. “En un cementerio está la ´Carmencita`, que también me favorece”.

Tamayo ejemplifica la condición de milagroso del “santo”, con una anécdota mística: “Al comienzo de las obras para la construcción del Metro, decidieron derribar la pared que cumple el rol de escenario de la adoración a la animita. Las retroexcavadoras no pudieron realizar su labor, porque jamás funcionaron en el lugar”.

Animitas, ¿made in Chile?

Según explica Micaela Navarrete, las animitas no son un fenómeno exclusivo de Chile. En el resto de América también son conocidas, pero como animitas se les menciona solo en algunos sectores de Argentina; en Perú las denominan “almitas”. Lo que diferencia a este país del resto de Latinoamérica, de acuerdo con Micaela, es el fervor del que son objeto las animitas.

“En 1985 me encontraba en España, y en un diario publicaron una foto de un santuario informal muy similar a los latinoamericanos. La lectura de la imagen señalaba que se trataba de una antigua tradición en una ciudad en Grecia”, recuerda.

Supuestamente, los templos tienen como objeto proteger el alma que aún deambula por el sitio en que se produjo el fallecimiento. Abundan las casas, grutas e iglesias a escala menor y los monolitos. Por lo general, delimitan su espacio mediante cercos de fierro o piedras.

Las hay por todos lados. Los lugares más clásicos son los márgenes de las carreteras, calles y pasajes. En tanto que su presencia va aumentando en sitios como las vías ferroviarias y los acantilados, entre las rocas de las playas, además de los cementerios.

Además de placas de agradecimiento, los devotos depositan ofrendas como pago por el cumplimiento de sus peticiones: figuras de santos, juguetes, botellas, herraduras, retratos, dibujos infantiles. “Los obsequios se relacionan con las aficiones de los fallecidos. En algunos santuarios las dádivas consisten en botellas de cerveza”, apunta la historiadora.

Otras animitas

Emile Dubois era un francés que llegó a Chile procedente de Colombia, según cuenta la leyenda. Al parecer, su nombre era Luis Brihier, y era ingeniero en minas. Lo concreto es que fue un asesino.

Su gruta está en Valparaíso, donde también descansan sus restos mortales. Ahí se ven flores, placas de agradecimiento, uno que otro juguete, una palmera y banderas francesas. En el muro hay un gran retrato de él junto a la leyenda: “Ustedes me consideran un asesino, pero para el pueblo soy un santo”.

Esta última frase no influye en los innumerables fieles que se encomiendan a este “santo” con frecuencia. “Prometí que cada vez que viniera al cementerio le dejaría una flor. Procuro hacerlo, porque si uno falta a su palabra, he escuchado que se venga. Sólo le pido que ayude y proteja a mi familia”, dice Patricia Rivero.

Lorena Silva se acercó por una razón específica; padece una enfermedad. “He estado viniendo los últimos 15 días. Le dejo un paquete de velas cada dos semanas. A veces llevo flores. Lo hago debido a que es la animita más milagrosa en Valparaíso”, asegura.

En Antofagasta, promediando la década de 1930, la muerte de una adolescente causó conmoción social, razón por la que un grupo de estudiantes inició una colecta para proporcionarle un sepulcro digno. Tras poco tiempo, la sepultura de “Elvirita” fue un santuario, y empezó a ser conocida como la “santa laica”. Aunque no se trata de una animita en términos estrictos, puesto que el espacio de devoción es su propia tumba, su culto es uno de los más extendidos entre los santos populares.

En Santiago, incluso, hasta la tumba del Presidente José Manuel Balmaceda tiene su animita en el Cementerio General. Otra igual de célebre en la capital es el templo informal de la “Marinita”. Una persona está a cargo de cambiarle, de forma periódica, las velas y de hacerle mantención al sitio, que está abarrotado de juguetes, dada la corta edad que tenía al momento de su fallecimiento. Se le atribuyen curas de variadas enfermedades, y es venerada por gente en Argentina, Uruguay y Paraguay.

¿Quiénes son?

“Romualdito”: La historia cuenta que cuando un joven sureño (con posible retardo mental) salía del hospital después de padecer tuberculosis fue asaltado, produciéndose su muerte. La policía determinó que en 1933 Romualdo Ivanni, un mecánico de 41 años, fue asesinado de una puñalada, luego de ser atacado cerca del sector donde es venerado.

“Emile Dubois”: fue sentenciado a muerte por el asesinato de cuatro hombres de negocios. Siempre usó un laque o una daga para matar a las víctimas. Mostró bastante aplomo el día del fusilamiento, lo que produjo que caminara hacia el cadalso fumando un puro. Se rehusó a que le vendasen la vista y emitió un discurso en el que sostenía su inocencia.

“Marinita”: el cadáver degollado de Marina Silva fue encontrado en 1945 en un parque en Santiago, cuando tenía tres años. La madre confesó que su pareja, padrastro de la niña, cometió el asesinato. Éste declaró que odiaba a la pequeña, porque la culpaba de la mala relación mantenida con la madre de ella.

“Elvirita”: Elvira Guillén era una niña huérfana de 14 años. Fue adoptada por una familia en Antofagasta. El jardinero de la casa familiar la convidó a la suya para jugar naipes. En ese lugar un militar, con la complicidad de los demás presentes, ultrajó a la niña. Como “Elvirita” no soportó la deshonra sufrida, se suicidó de un balazo.






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Versión Principiantes – A2


Animitas, los verdaderos santos del pueblo.


Cuando una persona muere trágica e inesperadamente su alma se queda en el lugar donde murió. ¿Su función? Ser un intermediario ante Dios para la gente; al menos esto es lo que los chilenos creen. Según los devotos, Él está muy ocupado con asuntos importantes y las animitas ayudan a que ellos sean escuchados.

Los lugares donde murieron se vuelven pequeños santuarios y a estos santos populares se llaman “animitas”.

Miles de chilenos visitan a su animita favorita,. Le piden favores como: mejorar la salud, conseguir trabajo, salvar a alguien de la familia a cambio de una promesa (llevarle flores, prenderle velas, rezar por ellos). Las personas se congregan alrededor de estos pequeños santuarios en honor a la animita y les agradecen el favor dejando placas, velas, flores, juguetes o cualquier cosa que le gustaba a la animita.

Se calcula que en 5 regiones de Chile hay alrededor de 2,500 animitas y están en áreas urbanas y rurales. En la capital Santiago 3 son bien conocidas: “Romualdito” “Marinita” y “Carmencita”. El puerto de Valparaíso tiene como la animita principal a un asesino francés llamado “Emile Dubois” y Antofagasta tiene una animita llamada “Elvirita” -estos son solo algunos ejemplos-.

Comprensión

A continuación verás las preguntas de comprensión del texto. Lee y escucha el texto para responder a las preguntas. (Te recomendamos leer primero y escuchar después)

Las animitas, los verdaderos santos del pueblo

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Gramática y Usos

A continuación encontrarás dos documentos PDF con la explicación del Uso y Gramática.

A1 ‘ Hipocorísticos .

C1 ‘Frases idiomáticas con religión . .

Vocabulario

Las animitas los santos del pueblo

Vocabulario del resumen .

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