Según algunas estadísticas extraoficiales, más del 10% de los autos que existen hoy en Cuba (unos 75 mil vehículos), son carros norteamericanos antiguos. Esta característica responde en parte a la falta de recursos para comprar nuevos, pero también al “apego” de los cubanos por sus “almendrones”, como también se les conocen a estos autos. Nuestro periodista recorrió la isla en busca de un mecánico muy particular, Juan Ramón Geroy, quien lleva muchos años reparando este tipo de antigüedades. Entre motores y grasa de autos, les contamos la historia de este hombre que ha hecho de la mecánica automotriz una forma de vida y un arte.
Por Sabdiel Batista Díaz

a mayoría de los coches que circulan por las calles cubanas provienen de los países de la ex URSS (Yugoslavia, Checoslovaquia) y también existen muchos asiáticos y europeos que entraron al país después de 1990.

Pero, sin duda, son los autos americanos los que llaman más la atención de la gente, especialmente de los turistas. Estos vehículos llegaron a Cuba hasta 1961, poco tiempo después del triunfo de la Revolución de 1959.

En todas las carreteras del país aún se ven estos carros americanos que todavía circulan como lo hacían hace 50 años. En parte por eso, a Cuba se le conoce como un “museo rodante”, por la cantidad de autos antiguos que circulan por sus carreteras.

Muchas veces se ven lujosos autos por las calles cubanas: desde un Ford 1930, un Crown Victoria 1955 ó un Thunderbird 1957, hasta luminosos Porsche, Cadillac El Dorado, Mercury Monterrey, Lincoln Continental, Plymouth Fury, Chevrolet Impala o un exclusivo Corvette.

Pero son pocos los autos que hoy conservan sus partes originales. El desgaste paulatino, el corte de los envíos de repuestos y accesorios provocaron muchos problemas. Fue así como surgieron mecánicos innovadores y especializados, que hoy mantienen rodando estos vehículos y acrecientan la fama de Cuba como “museo rodante”.

Por tal motivo, los mecánicos que mantienen estos carros son algo así como los “curadores del museo”, pues en sus manos está la carta de triunfo a la hora de mantener autos, que en su inmensa mayoría sobrepasan los 50 años de construidos.

A pesar de que existen empresas estatales que se dedican a preservar estos añejos automóviles, existe una compañía que ofrece paseos en estos clásicos, llamada “Gran Car”, y hasta hay un museo llamado “Depósito del Automóvil”, en La Habana, pero son los mecánicos particulares quienes mejores innovaciones hacen en estas maravillas de cuatro ruedas.

Los Morán

Los hay especializados en sistema eléctrico, motores, cajas, diferencial y hasta torneros que hacen piezas completamente nuevas y con las mismas propiedades de las originales. Reinier Morán, uno de esos mecánicos, es un gran conocedor a pesar de su corta vida en el oficio. Hace casi 10 años, cuando estudiaba en una universidad pedagógica para convertirse en maestro, dejó sus estudios y se dedicó a trabajar con su papá y su hermano arreglando sus carros.

En su taller siempre está un Pontiac 1955 de su padre y un Polski Fiat (“Polaquito”, como se le conoce en Cuba) de su hermano. Como mecánicos mantienen en buen estado una serie de autos, norteamericanos sobre todo, que requieren cada día más de su dedicación.

Reinier y su hermano, a pesar de ser buenos en su oficio, me recomendaron que viera a Geroy. Él es un mecánico que trabaja en el “Taller Especializado de Transporte”, del Ministerio de la Construcción, en la ciudad de Cienfuegos, a unos 240 kilómetros de La Habana. También otros mecánicos dedicados al negocio de reparar autos americanos me habían hablado de él.

¿Y quién es Geroy?

“Cuando tengo más tiempo para hablar es a la hora del almuerzo”, me dice Juan Ramón Geroy Sosa, “porque el resto del tiempo estoy fajado con los carros y lleno de grasa”. Así es que aprovechamos ese corto espacio de tiempo para conversar de un oficio que, más que técnico, ya se ha convertido en casi en un arte en Cuba.

“Tengo 59 años y llevo oficialmente 35 en el mundo de la mecánica automotriz. Desde que era un muchachito de casi 9 años andaba encima de una camioneta o de un tractor aprendiendo a manejar. La ‘culpa’ la tiene un tío que tenía carros y los reparaba. De él aprendí un poco y fue cuando me enamoré de este trabajo”, declara Geroy, todavía con grasa en las manos.

A nuestro lado esperaban varios autos de diferentes procedencias por su “diagnóstico”. Geroy es un gran conocedor de la anatomía de estos ingenios mecánicos, pero realmente se ha especializado en autos de factura americana, los conocidos “almendrones”.

“Ahora casi todo el mundo quiere cambiar los motores de sus carros americanos y buscan mejores y más modernos. A diario hay que fajarse con anillas, pistones y metales. El cubano que tiene un carro americano ha aprendido a repararlo todo, porque no hay muchas piezas para estos autos”.

Sostiene que hay muchas personas que buscan motores de petróleo para cambiarlos por los originales de gasolina como una forma de ahorrar. “Todas esas adaptaciones no son muy difíciles de hacer. Lo más complicado es adaptar un motor de gasolina de un Volga ruso y ponerlo a trabajar con petróleo. A mí me sigue gustando más el de gasolina, es más estable y silencioso, por eso no he cambiado el mío”, dice Geroy y mira hacia donde se encuentra su auto, un Chevrolet de 1953.

Con Geroy ocurre una situación curiosa: es uno de los mejores mecánicos y especialista en adaptaciones a carros americanos, pero todavía mantiene su auto con el motor original y casi todas sus piezas, menos el sistema eléctrico. “Una de las pocas cosas que le he cambiado a mi carro es el dínamo que trae de fábrica. Lo modifiqué por un alternador. Eso es lo más común que se puede ver en los carros americanos que circulan por Cuba”, comenta.

“Ahora mucha gente también le está poniendo motores japoneses a los carros americanos. Como se venden mucho, los dueños hacen sus adaptaciones y los utilizan. A veces, lo que menos se imagina la gente es que uno de esos carros de más de 50 años tiene dentro un motor Toyota o Nissan del año 2005 o más moderno todavía”.

Para Geroy, lo que importa es el vehículo por dentro: que camine bien, consuma poco y se rompa poco. “Lo más importante es el día a día y que el carro siga funcionando”.

“Un trabajo muy relacionado con el nuestro es el del chapista, que le ‘saca los golpes’ al carro y mantiene la carrocería como si fuera nueva. Ese más que un mecánico es un artista y nadie habla de él. A pesar de que todos ven los carros americanos todavía muy lindos, nadie se imagina todo lo que hay que inventar para mantenerlo y buscar piezas de repuesto para ellos.”

¿Cuánto van a duran estos carros americanos? Pues lo que los mecánicos quieran. Hasta hoy, llevan más de medio siglo gracias a las adaptaciones. “Si la gente se esfuerza y sigue inventando, entonces durarán otros 50 años más”, sentencia Juan Ramón Geroy, un erudito cubano en el mundo de los automóviles norteamericanos, que ha hecho de la mecánica automotriz una forma de vida y un arte.

Sabías qué…
La mayoría de los cubanos conserva sus carros viejos. Para poder cambiarlos deben justificar el dinero por medio del salario, contrato de trabajo en el exterior o alguna herencia, por ejemplo. Un auto nuevo, como un Hyundai o Fiat, tiene un valor cercano a los $ 10 mil dólares, (equivalente a un cuarto de millón de pesos cubanos); a su vez, un Audi o Mercedes cuesta unos $ 50 mil dólares. Actualmente, prácticamente no existen coches nuevos de marcas americanas en la isla.


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