Un día, Guillermo Liriano, un joven dominicano de 22 años de edad, decidió dejar su trabajo. ¿La razón? Estaba aburrido de vender comida chatarra. La incertidumbre laboral era alta, pero él no se desanimó. Un año atrás, había aprendido a andar en zancos y en ese momento pensó que, quizás, ya era tiempo de ver esta actividad más que como un simple juego o pasatiempo. Para José Núñez, quien conoció a Guillermo por “esas cosas de la vida”, los zancos también se convirtieron en una opción laboral. Aquí les contamos las historias de estos dos muchachos, unidos por una pasión en común.
Por Millizen Uribe

n un principio el interés que “Guillo”, como lo llaman sus amigos, sintió por el mundo de los zancos se limitaba a la curiosidad generada por el equilibrio, por jugar con la gravedad, caminar por encima de la gente y danzar.

“Yo estudiaba psicología industrial en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y decidí apuntarme también en teatro. Estando aquí, conocí un grupo de muchachos que montaban zancos. Comencé a interesarme por esta práctica, atraído por la sensación de saber que estás en lo alto. Entonces los muchachos me enseñaron”, cuenta.

El proceso de aprendizaje fue largo, difícil y doloroso. Tuvo muchas caídas y heridas pero el encanto se mantuvo. La fascinación fue tal que no se conformó con aprender a montar zancos, sino que también se dedicó a la construcción de éstos. Luego le surgió la idea, justo después de renunciar al restaurante, de poner un taller para enseñar a otros jóvenes.

Hoy día, Guillo tiene 10 años siendo “ciudadano oficial” del mundo de los zancos. Cuenta que la experiencia ha sido tan buena, que nunca se ha arrepentido de la decisión que tomó al dedicarse plenamente a esta actividad.

“He enseñado a muchos chicos y chicas a trabajar con zancos. Juntos hemos laborado en eventos publicitarios, teatro callejero, ferias del libro, fiestas de cumpleaños, promociones y recientemente en el carnaval. Hay un mercado y un conjunto de empresas (telefónicas, publicitarias, editoras, culturales) que utilizan los zancos para animar sus actividades”, dice.

Explica que los horarios de trabajo son generalmente en la noche, cuando tiene lugar la mayoría de estos eventos. La paga puede variar en función del evento o del cliente que los contrate, porque una persona particular no paga lo mismo que una empresa. Pero en uno y otro caso, fluctúa desde RD$3,000 (US$ 82) hasta RD$ 5,000 (US$ 137) por hora.

Una cifra no muy alta (al menos en República Dominicana), pero que por lo menos alcanza para pagar el costo de vestuario, maquillaje, madera necesaria para hacer los zancos y obtener una pequeña ganancia.

El poder de los zancos

Además de Guillermo, en la República Dominicana hay decenas de jóvenes que se dedican a este trabajo. Otro de ellos es José Roberto Núñez del Orbe, conocido como “Ronny”, de 27 años de edad, quien entró al mundo de los zancos a través del diseño de modas.

“Yo diseñaba y cosía ropa para espectáculos, y en varias ocasiones me tocó trabajar el vestuario para Guillo y un grupo de zanqueros. Eso me llamó la atención y una vez le dije a los chicos: ¡“Un día me voy a subir en esos palos”! Después de eso, Guillo siempre me invitaba a subir, pero a mi me daba miedo y lo vivía posponiendo. Un día me subí, caminé y fue una experiencia maravillosa”, asegura.

“Cuando estás arriba de unos zancos, la adrenalina llega al máximo. ¡Descubres el poder de los zancos! ¡Es algo bien chévere!”, dice con obvia emoción.

Agrega que Guillermo le enseñó que la técnica para dominar los zancos es moverse con ritmo. “El equilibrio lo logras con el movimiento, por lo que si dejas de moverte, te caes. Debes tener siempre un punto fijo entre el palo y el piso”, explica.

Pero Ronny también quiso ir más allá, por lo que además de aprender a caminar decidió perfeccionar la técnica y hacerlo con más estilo. Fue así que se inscribió en las clases de Guillermo. “Así nació un zanquero”, dice. Hoy día ya tiene cuatro años ejerciendo este oficio.

Más libertad, menos seguridad

El mundo de los zancos, como todo en la vida, tiene sus dos caras. Así, aunque para jóvenes como Guille supone una labor que puede ser desempeñada con mayor libertad y flexibilidad, tiene como desventaja el hecho de que los trabajos a veces pueden ser muy esporádicos.

“Este mundo es muy cambiante, puedes tener tres eventos grandes e importantes en un mes, pero a veces pasan hasta tres meses sin ni siquiera un trabajo”, explica.

Es por eso que los ciudadanos de este fantástico mundo a veces tienen que “poner los pies en la tierra” y ahorrar, guardar para los tiempos difíciles o hacer otras faenas independientes. El último es el caso de Ronny, quien al vislumbrar escasos los trabajos como zanquero, apura los de diseñador de moda.

Aunque tanto Guille como Ronny afirman que en un país donde, de acuerdo a investigaciones del Colectivo Latinoamericano de Jóvenes, un 30.9% de la juventud dominicana está desempleada, los zancos son una buena opción laboral. Ambos reconocen que para que esto pueda suceder con mayor seguridad y estabilidad, falta trillar un largo camino.

“En este país no existe un movimiento zanquero tan fuerte como en Brasil, Colombia o Cuba. En el primero, se encuentra dentro del programa de educación física del nivel básico de las escuelas públicas; en el segundo, se hace anualmente un festival exclusivo de zancos con cuatro mil zanqueros; y en el tercero, existe una cultura de los zancos increíble. Pero aquí ni siquiera hay un censo que permita manejar las estadísticas de cuantos zanqueros dominicanos somos”, expresa Guillermo.

También señala la necesidad de avanzar en la enseñanza de los mismos, pues indica que en la Escuela Nacional de Teatro la materia no existe como tal, sino que es como una especie de práctica. “Hay profesores que si lo dan, pero no lo hacen con pasión. Se limitan a enseñarte a caminar con los zancos”, agrega. Además resalta el poco apoyo que tienen estos grupos de parte del Ministerio de Cultura y de las asociaciones de empresarios.

A su vez, Ronny considera necesario forjar y dar continuidad a lo que él denomina un “movimiento pro zanco”, una especie de comunidad que pueda luchar junta por legislaciones y reivindicaciones que los favorezcan como sector juvenil y cultural.

DANZA DE LOS ZANCOS

En Anguiano, la Rioja (España), se realiza cada año una fiesta folclórica tradicional, donde ocho jóvenes del pueblo, provistos de zancos de 45 cms de altura y amplios faldones, se lanzan por una cuesta de piedra girando sobre sí mismos. Este ritual forma parte de las danzas de veneración en honor a su patrona, Santa María Magdalena. Tiene lugar el 22 de julio y el último fin de semana de septiembre. Existen documentos que confirman la existencia de la fiesta desde, al menos, 1603. Los zancos eran usados en la zona del Alto Oja para recorrer zonas húmedas y en época de nevadas, aunque se desconoce el motivo por el cual se incorporó a las danzas de veneración a la Magdalena.


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